El uso de microorganismos como armas letales no es nuevo para la humanidad; desde siglos atrás, la propagación de virus y bacterias era efectiva estrategia para vencer al enemigo.
Dominar, evitar que el territorio sea invadido, apropiarse de los bienes de otras naciones y defender ideologías políticas, culturales y religiosas son sólo algunas de las múltiples causas que han llevado al ser humano a idear diversas formas de destruir al contrincante.
Pese a lo que pueda pensarse, este tipo de ataques no es producto de las más altas tecnologías, pues si echamos un vistazo a la historia podremos darnos cuenta que en la antigüedad los romanos solían arrojar animales muertos en los suministros de agua de sus enemigos, y se cree que durante el siglo XIV algunos ejércitos catapultaban cadáveres infectados dentro de los muros de las ciudades a conquistar. Asimismo, existen numerosos relatos de europeos que, concientemente, diseminaron sarampión cuando comerciaban con los nativos de Norteamérica, durante los siglos XVII y XVIII. También se tienen referencias de que habían ejércitos que obsequiaban a los adversarios cobijas que habían sido usadas por personas enfermas de viruela.
A decir del Dr. Raúl Mancilla Jiménez, científico del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), "los agentes biológicos se pueden usar de tres maneras: guerra biológica, en la cual se dispersan los microorganismos con la ayuda de bombas, misiles, helicópteros y aviones; terrorismo, mediante cartas, por ejemplo, aunque también existe lo que se conoce como biocrimen, que consiste en dañar a una persona administrándole virus o bacterias".
Asimismo, "los microbios más temidos -agregó el especialista- son los que ocasionan ántrax, viruela, ébola, botulismo, y peste, pero cabe aclarar que del único que se tiene evidencia de haber sido usado es el primero de la lista". En la Primera Guerra Mundial Alemania utilizó la bacteria de ántrax contra el ganado caballar y vacuno de los países aliados (Francia, Inglaterra, Rusia, Italia y Estados Unidos), y en la actualidad se han reportado en Estados Unidos casos de bioterrorismo con citado bacilo, el cual ha llegado al Senado, Pentágono y oficina postal que atiende a la Casa Blanca mediante el correo. Ahora bien, hay que tomar en cuenta que los microorganismos elegidos para elaborar armas biológicas deben tener características específicas, como las siguientes: -Cultivarse en grandes cantidades.-Fácil dispersión (de preferencia como aerosol).-Altamente infeccioso.-Resistente al medio ambiente.
Existe un interesante paralelismo entre las armas biológicas recombinadas genéticamente y la energía nuclear en cuanto a fines bélicos se refiere. Ambas armas tienen un efecto aniquilador parecido, pues, en algunos casos las armas biológicas pueden tener un radio de acción letal todavía más amplio que las radiaciones ionizantes de origen nuclear, tanto las armas atómicas como las biológicas «contaminan» durante decenios los territorios donde son aplicadas, y ambos sistemas conllevan un alto riesgo de manipulación y de producción. Sin embargo, en algunos aspectos las armas biológicas pueden ser para los militares y políticos más atractivas que las atómicas: no destruyen la infraestructura del país conquistado, solo -al estilo de la bomba de neutrones- aniquilan a la población humana; y si además el país agresor se halla en posesión de una vacuna efectiva contra la epidemia, su población y su ejército pueden ocupar sin grandes problemas el territorio conquistado a pesar de la contaminación biológica.
Dominar, evitar que el territorio sea invadido, apropiarse de los bienes de otras naciones y defender ideologías políticas, culturales y religiosas son sólo algunas de las múltiples causas que han llevado al ser humano a idear diversas formas de destruir al contrincante.
Pese a lo que pueda pensarse, este tipo de ataques no es producto de las más altas tecnologías, pues si echamos un vistazo a la historia podremos darnos cuenta que en la antigüedad los romanos solían arrojar animales muertos en los suministros de agua de sus enemigos, y se cree que durante el siglo XIV algunos ejércitos catapultaban cadáveres infectados dentro de los muros de las ciudades a conquistar. Asimismo, existen numerosos relatos de europeos que, concientemente, diseminaron sarampión cuando comerciaban con los nativos de Norteamérica, durante los siglos XVII y XVIII. También se tienen referencias de que habían ejércitos que obsequiaban a los adversarios cobijas que habían sido usadas por personas enfermas de viruela.
A decir del Dr. Raúl Mancilla Jiménez, científico del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), "los agentes biológicos se pueden usar de tres maneras: guerra biológica, en la cual se dispersan los microorganismos con la ayuda de bombas, misiles, helicópteros y aviones; terrorismo, mediante cartas, por ejemplo, aunque también existe lo que se conoce como biocrimen, que consiste en dañar a una persona administrándole virus o bacterias".
Asimismo, "los microbios más temidos -agregó el especialista- son los que ocasionan ántrax, viruela, ébola, botulismo, y peste, pero cabe aclarar que del único que se tiene evidencia de haber sido usado es el primero de la lista". En la Primera Guerra Mundial Alemania utilizó la bacteria de ántrax contra el ganado caballar y vacuno de los países aliados (Francia, Inglaterra, Rusia, Italia y Estados Unidos), y en la actualidad se han reportado en Estados Unidos casos de bioterrorismo con citado bacilo, el cual ha llegado al Senado, Pentágono y oficina postal que atiende a la Casa Blanca mediante el correo. Ahora bien, hay que tomar en cuenta que los microorganismos elegidos para elaborar armas biológicas deben tener características específicas, como las siguientes: -Cultivarse en grandes cantidades.-Fácil dispersión (de preferencia como aerosol).-Altamente infeccioso.-Resistente al medio ambiente.
Existe un interesante paralelismo entre las armas biológicas recombinadas genéticamente y la energía nuclear en cuanto a fines bélicos se refiere. Ambas armas tienen un efecto aniquilador parecido, pues, en algunos casos las armas biológicas pueden tener un radio de acción letal todavía más amplio que las radiaciones ionizantes de origen nuclear, tanto las armas atómicas como las biológicas «contaminan» durante decenios los territorios donde son aplicadas, y ambos sistemas conllevan un alto riesgo de manipulación y de producción. Sin embargo, en algunos aspectos las armas biológicas pueden ser para los militares y políticos más atractivas que las atómicas: no destruyen la infraestructura del país conquistado, solo -al estilo de la bomba de neutrones- aniquilan a la población humana; y si además el país agresor se halla en posesión de una vacuna efectiva contra la epidemia, su población y su ejército pueden ocupar sin grandes problemas el territorio conquistado a pesar de la contaminación biológica.
vean el video para saber mas!!!! -----> http://www.youtube.com/watch?v=Xz33tlPhpsQ
pOr: Itzel Abigail Corona Galvan!!!!
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