viernes, 19 de julio de 2019

La épica de Zequi: Tocar el fuego


Lugar de edición: México, D. F.
Editorial: Fondo de Cultura Económica (Letras Mexicanas)
Año de edición: 2007
Género: Narrativa - Novela
Nº de páginas: 184
Sobre el autor y la obra
Oriundo de Chiapas, Zepeda nació el 24 de marzo de 1973. Antropólogo por la Universidad Veracruzana, se ha involucrado en varias funciones desde la pedagogía hasta la diplomacia como embajador de México ante la UNESCO.
Su obra cumbre es una tetralogía compuesta por Las grandes lluvias (2006), Tocar el fuego (2007), Sobre esta tierra (2012) y Viento del siglo (2013). A lo largo de estas obras, Zepeda narra una historia familiar que gira en torno a Ezequiel Urbina y paralelamente nos cuenta largos episodios de la historia de Chiapas y su gran influencia en la historia nacional.
Tocar el fuego
Yo atribuyo al hecho de que nací y crecí aquí en México que su historia y su cultura me parecen de una belleza y complejidad casi literalmente inefables, y basta con “Tocar el fuego” obra que resulta una gran prueba de ello.
A través de una historia enmarcada principalmente en los años de la invasión francesa a México, Zepeda nos muestra una nación impresionante, natural, bella y fascinante pero nunca en un modo que asemeja al product placement y ahí reside buena parte de su encanto, uno puede ver tradiciones, lugares, historias y personas hasta el punto de enamorarse sin que en ningún momento se sienta que es esa la intención del autor (al menos no explícitamente). En Tocar el fuego conoceremos principalmente Chiapas con su selva y sus encantos coloniales, pero a través de la aventura de Zequi también viajaremos por otros estados como Puebla, Oaxaca, Veracruz y la hermosa capital de nuestro país enmarcada en una época en que el México colonial brillaba en su máximo apogeo. Cabe recalcar, además, la maestría del autor en la descripción de paisajes y regiones, quiero decir que si yo tratara de hacer sentir al lector tan presente en eventos como la batalla de Puebla muy probablemente no podría.
Habiendo hablado un poco de los lugares, comentemos algo de la historia. Desde la primaria hasta el bachillerato se nos enseña una y otra vez la historia de la ocupación francesa, con sus fechas, sus lugares, sus antecedentes, consecuencias y personajes ilustres llegando al hartazgo pero en este caso no es así. Tocar el fuego es la ocupación francesa, sí, pero como una dulce infusión de historia servida en tazas de barro en vez del acostumbrado enema cultural que llega a significar aprender y reaprender quién guió a quienes en qué año.
Parte de este encanto, asumo, deriva del hecho que no está contando la historia como eje, sino como una sucesión de escenarios que se plantean para enmarcar cada capítulo de una historia que sucede dentro de lo histórico de esta novela histórica.
 Ezequiel Urbina y la épica.
Pero ¿qué nos cuenta este libro? simple, en sus páginas existe una novela épica, una odisea mexicanizada que tiene a su propio Ulises con tez de bronce cuyo nombre es Ezequiel Urbina. Y no me refiero a él de esta forma solo por arrojar guirnaldas, de hecho ni siquiera lo hago enteramente como un cumplido sino porque el paralelismo es casi exacto entre estos personajes.
En ambos casos el autor toma una historia enmarcada en guerras y relata las heroicas aventuras de un hombre que posee en demasía todas las virtudes morales y atributos físicos que pasen por la cabeza del escritor. Esto, a mi parecer es más bien un punto endeble del libro; yo siempre he sido un acérrimo fanático de personajes humanos, defectuosos, hermosos en su imperfección con los que uno puede empatizar y verse reflejado en ellos porque son como tú, ellos son terrenales, se equivocan y luchan por reivindicarse, pero este no es el caso del joven Zequi, él es concebido desde que lo conocemos como el alma de Prometeo en el cuerpo de apolo con la cara de Narciso (un tanto más asoleado, quizá) y no me fue posible, por más que me esforcé, verme reflejado en el retrato de un hombre que es tan perfecto, tan honorable, tan incorruptible, bondadoso, valiente y millonario.
Ahora bien, es necesario decir lo que sí me provocó ver la historia de este hombre-dios fue una capacidad de asombro y una invitación a sentirme maravillado la cual también resulta encantadora a su modo, note que este no es un libro escrito para que te veas en su protagonista, Zepeda produjo un superman de época y eso sí, lo hizo bien, entonces disfruté de este libro en una forma similar a la que disfruto las aventuras de algún héroe de Marvel o DC.
Sintetizando, el único “defecto” de este libro no es ni por asomo suficiente para opacar a todas sus grandes virtudes; lectura más que recomendada para todo aquel que quiera vivir la historia de un Kalimán chiapaneco y aprender un episodio de la historia de México en el que demostró que no puedes meterte con un país que está lleno de Ezequieles Ubrina anónimos y poderosos.

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